Exposición “La memoria como campo de batalla” (04.03 – 28.03.2017)

Exposición “La memoria como campo de batalla” (04.03 – 28.03.2017)
Category : PAINTING
Date : 23.02.2017

04 de marzo – 28 de marzo, de 2017

La Fundación Hervás Amezcua se complace en presentar la primera exposición individual de Javier Erre: “La memoria como campo de batalla”. La muestra, primera exposición individual del autor, presenta su obra reciente en torno a la memoria y la familia, junto a una serie de dibujos que abordan el cuerpo humano. Su obra, construida desde una figuración narrativa de corte contemporáneo explora la distorsión como elemento resignificador de las imágenes.


P. ¿Por qué la memoria?
R. Me interesa abordar, entender y sin duda problematizar una cierta idea de memoria y de cómo se construyen los recuerdos. Tiene que ver con una reflexión propia que hago en un momento determinado en que me doy cuenta de cómo mi relectura sobre mi propia historia personal tenía un efecto distorsionador. ¿Qué había de cierto en aquello que yo pensaba? Un rasgo mío es mi mala memoria con mi pasado, especialmente con mi infancia y mi primera juventud. Siempre me ha costado acordarme de mis propias vivencias personales, es como si éstas prácticamente no existieran. Hay gente que tiene una capacidad maravillosa para recordar fechas, momentos, sensaciones… No es mi caso. Yo necesito apuntarlo, registrarlo de alguna manera para que no desaparezcan. Y al contrario, hay momentos que están construidos ficticiamente a partir de medios secundarios, ya sean fotografías, anotaciones, conversaciones… Así, intento dar una forma visual a la acción creativa y destructiva de la memoria, a esa relectura que hacemos, que enlaza con el concepto del trauma, tanto para lo positivo como para lo negativo. Interpretamos, creamos, distorsionamos y todas esas verdades y medio verdades o mentiras se van convirtiendo en lo que somos. Se hacen verdad. Esto es muy evidente en cómo se construye y manipula la historia, esa historia con mayúsculas. Pero también sucede en nuestras vivencias personales. Y ésta es una materia con la que estoy interesado en trabajar.

P. ¿Y cuál es ese campo de batalla?
R. Este campo de batalla es el presente. El presente y cómo nos relacionamos con el pasado del que venimos y con nuestras expectativas. El siglo pasado fue un período caracterizado por una utopía que buscaba romper de forma radical con todo lo anterior y generar algo completamente nuevo, así como por un mito de progreso que imponía una fuerte linealidad en la historia. No había posibilidad de rescatar nada del pasado, aunque como reacción paradójicamente no hacía sino relacionarse dialécticamente con él. Y esto es también muy interesante desde el punto de vista de lo artístico.

P. ¿Te refieres al uso de un registro figurativo?
R. Bueno, cada obra se hace en un contexto determinado y el nuestro es distinto de la situación artística e histórica que vivieron las vanguardias. Y es importante remarcar que nosotros gozamos de una mayor libertad gracias a ellas. Sin embargo hay formas artísticas que quedarían fuera del discurso, como por ejemplo parte de la obra de Gerhard Richter, que sin embargo nos está aportando una reflexión interesante en la actualidad. Y que necesariamente requiere de su apariencia para funcionar. Es una cuestión de tono, de encontrar el tono adecuado para lo que quieres decir. En mi caso esta figuración de corte realista la necesito para lo que quiero narrar.

P. Insistes mucho en el hecho narrativo…
R. Cada uno se identifica con un territorio y a mi me interesa eso que decía Picasso, que quería que sus cuadros no tuvieran mil maneras de interpretación, sino una y que ésta se impusiera sobre el espectador. Quizás venga de mi experiencia como diseñador gráfico, sobretodo a través del cartel, que es una forma que me apasiona. Busco comunicar de la manera más directa posible y lograr una imagen pregnante que pueda ser ampliamente decodificada.

P. Volviendo sobre tus pinturas. Te apropias de imágenes de archivo, las distorsionas de manera mecánica y después inicias un lento proceso de reproducción, ¿por qué no dejar que la propia imagen digital sea el documento o la pieza final?
R. Esta manera de trabajar me la planteo cuando vuelvo a dedicarme a la pintura, primero como un proceso que tiene sentido en ese momento y que después entiendo tiene algo más. Y esto no lo descubres hasta que no estás ahí. Existe una cierta paradoja en la reproducción “perfecta” de una imperfección o de un error, ¿no? ¿Por qué copiar o reproducir algo que tiene un error? Para mi habla de la transmisión, de la constitución del individuo. Y por otro lado, ¿cual es el error? Quizás no es tan evidente a pesar de lo que vemos. Siempre me ha interesado la diferencia que hay entre una realidad que aparenta una perfección y la realidad de la propia vivencia. Algo que es perfecto a los ojos de otros puede no serlo tanto. Un medio tan rápido como lo digital eliminaría la presencia minuciosa del autor en su dedicación por reproducir ese fallo. Además, para mi la pintura tiene, en este caso, una cualidad que no encuentro en su versión digital aún cuando sea incapaz de explicarte en qué consiste. Hay algo que está en esta traducción que aporta una capa de significado. Creo que es eso. Bueno y que, evidentemente, la pintura es el medio que yo noto propio, que exploro y por el que me expreso.

 


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